Las ranas venenosas de la Amazonía son famosas por su llamativa coloración, que advierte a los depredadores sobre su toxicidad. Sin embargo, algunas especies no tóxicas han evolucionado para imitar esta apariencia y así evitar ser depredadas. Un estudio reciente publicado en Behavioral Ecology por el Dr. Justin Yeager, de la Universidad de Las Américas (UDLA), junto a investigadores de McMaster University y Trinity College Dublin, demuestra que la detectabilidad de una rana venenosa y su imitador depende de la postura y el ángulo desde el cual se las observe.
¿El mimetismo debe ser perfecto?
El mimetismo batesiano es un fenómeno en el que una especie no tóxica imita la coloración de una especie venenosa para engañar a los depredadores. La teoría sugiere que la imitación debe ser casi exacta para evitar que los depredadores “prueben” al imitador y descubran que no es peligroso. Sin embargo, este nuevo estudio desafía esa idea.
Los investigadores analizaron el caso de Ameerega bilinguis, una rana venenosa, y Allobates zaparo, su imitador no tóxico. Mediante modelos computacionales de visión y pruebas con participantes humanos, encontraron que la postura y el ángulo de visión afectan la forma en que estas ranas son detectadas en su entorno natural.
Hallazgos clave del estudio
- La rana venenosa A. bilinguis tiene un vientre azul brillante y puntos amarillos en sus patas, mientras que A. zaparoimita esta coloración, aunque con diferencias en su tonalidad y patrones.
- Desde un ángulo aéreo, el imitador era más visible que la especie venenosa, lo que contradice la idea de que los imitadores deben ser menos detectables.
- Desde un ángulo terrestre, la rana venenosa era más visible cuando mostraba su vientre azul brillante, mientras que el imitador era más detectable cuando se observaba su espalda.
- La postura defensiva (agacharse para esconder el vientre) reducía la detectabilidad de A. bilinguis, mientras que en el imitador sucedía lo contrario.
Implicaciones para la ecología y evolución
Estos resultados sugieren que el mimetismo imperfecto no solo puede ser efectivo, sino que podría ser una estrategia evolutiva para equilibrar la señal de advertencia con la necesidad de camuflaje. En lugar de depender exclusivamente de la semejanza con la especie venenosa, los imitadores podrían estar beneficiándose de la variabilidad en la percepción de los depredadores.
El estudio abre nuevas preguntas sobre cómo la selección natural moldea la apariencia de los animales y cómo los depredadores interpretan las señales visuales en la naturaleza.
El artículo completo se encuentra disponible en Behavioral Ecology y puede ser consultado en el siguiente enlace:
🔗 Detectability of a poison frog and its Batesian mimic depends on body posture and viewing angle